Tecnología y early-adopters

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Early-adopter

Llevo unos días dándole vueltas a los “early-adopters” y cómo afectan a la innovación y a las tendencias. Para el que no esté versado, un “early-adopter” es aquel que se apunta a todas las tendencias desde el principio, un pionero. En mi caso, aplicado al mundo de la tecnología, ser pionero en una nueva actividad tiene ventajas, pero también inconvenientes. Tu capacidad para diseñar productos a 5 años vista tiene que ir pareja a un pulmón financiero que te permita aguantar en fase de desarrollo y mejora hasta que la necesidad de tu producto se haga evidente para el entorno. Entonces es cuando la ventaja de cinco años de experiencia se torna definitiva. Si no, se convierte en una soga, de ser el abanderado que encabeza la manifestación, pasas a ser el tonto que va con la bandera un kilómetro por delante.

La tecnología, y en especial Internet, aporta ricas y variadas experiencias. Pero es que, últimamente, tengo la sensación de que todo lo que gira alrededor de la tecnología es “demasiado cool”. Personalmente, aún siendo un “homo technologicus”, no creo ser un early-adopter, aunque haya gente que lo piense por tener un blog o un iPod. Quizá más que la media, pero no un pionero, desde luego. Mi teléfono móvil no ha tenido cámara hasta este último modelo (y porque me lo regalaron). Por el momento, no tengo excesivos ánimos hacia la Internet móvil.

Lo confieso: no me suscribo a cada nuevo servicio Web 2.0 que veo. Para mí, es materialmente imposible estar a la última con la producción actual. Pero es que creo que tampoco lo necesito. Lo intrínsecamente negativo no es usar las tecnologías o servicios que se ponen de “moda”, lo malo es utilizarlos únicamente porque están de moda, sin valorar claramente la segunda derivada, que es definir claramente para qué sirven y en qué nos facilitan la vida. Respuestas a necesidades reales. Que si no, nos suscribimos a todo como los drogadictos: “tranquilo, que yo controlo”. Soy usuario de pocos servicios. ¿ Por qué ? Pues porque el resto de servicios cubren necesidades mucho más específicas o necesidades que no tengo.

No creo que la tecnología deba guiar nuestra vida, sino facilitarla. Tenemos una herencia genérica y otra cultural, y la tecnología forma parte importante de esa herencia cultural. Desde que nacemos estamos rodeados de ella, aunque a veces sea imperceptible. Pero, en ocasiones, tantas facilidades nos “subnormalizan”.

Desde un punto de vista profesional, el planteamiento es el mismo: la tecnología no deja de ser un medio, que está ahí porque aporta valor añadido al negocio. Un amigo lo resume en una frase genial: “Si puedes hacerlo con una hoja Excel, no compres un ERP”. No te compliques la vida más de lo necesario. Eso sí, buscando un equilibrio entre ser un “fashion victim” y quedarse obsoleto.

La tecnología no es intrínsecamente buena o mala, todo depende de cómo -y para qué- se utiliza.

Créditos de la fotografía: 37prime en Flickr (bajo licencia Creative Commons)

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