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Pensamiento complejo y su relación con la innovación

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Dijo Stephen Hawking que el siglo XXI será el siglo de la complejidad. Cuanto más profundizas en complejidad, más encajan las piezas del puzzle al que has dado vueltas tanto tiempo. El término “complejo” representa una comprensión del mundo como un conjunto con partes entrelazadas y conectadas. La realidad es una red de relaciones, así que el desafío consiste en reconocer esas redes, ante nuestra imposibilidad para gestionarlas, medirlas o controlarlas. El pensamiento complejo de Morin Especialmente interesante es el concepto de pensamiento complejo del filósofo Edgar Morin. El pensamiento complejo es un pensamiento que trata de vincular y distinguir, pero sin desunir. En palabras del propio Morin: Cuando se habla de complejidad se trata de enfrentar la dificultad de pensar y de vivir. Propone el mundo como un todo indisociable, donde las personas poseen conocimientos desordenados, ambiguos. Propone un abordaje desde diferentes disciplinas para lograr la construcción de ese pensamiento complejo. El punto en común entre esas disciplinas es el reconocimiento de que nuestra realidad es compleja: no puede contemplarse desde un punto de vista reduccionista, simplificador y acrítico. Se requiere de una visión holística que vislumbre las distintas perspectivas de un objeto o situación. ¿Recuerdan cuando hablamos de […]

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Pensamiento complejo y toma de decisiones

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En pensamiento complejo, todo depende de las reglas básicas que se siguen dentro de un sistema y es importante entenderlas para poder desenvolverse. Habitualmente, es inútil predecir resultados precisos y, por tanto, es peligroso aplicar soluciones demasiado simplistas. Los sistemas biológicos consiguen crear complejidad a partir de reglas muy simples. La naturaleza utiliza esos mismos patrones en todas las escalas, como bloques básicos de construcción para la complejidad. Estas reglas se aplican a diferentes escalas, como en la geometría fractal. La vida es turbulenta, pero no extraordinariamente caótica ni demasiado ordenada. Por ejemplo, el cuerpo humano es un sistema que autorregula su actividad. Somos seres complejos, con atributos e interacciones de un orden diferente, imposibles de reducir. El cerebro o el sistema nervioso, por ejemplo, tienen estructuras fractales. Así el cuerpo puede seguir funcionando en caso de enfermedades, porque las zonas sanas suplen las funciones de las zonas dañadas. En las organizaciones -o en la misma sociedad- es similar: el orden extremo y el caos absoluto llevan a una muerte segura, porque son antinaturales. Estamos acostumbrados a organizaciones que persiguen un control jerarquizado, en vez de promover el autocontrol de las partes del sistema. Pero el control jerárquico es demasiado […]

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