Matando al ecosistema de innovación

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Ecosytem

Un movimiento interesante que se ha producido estas últimas semanas es la decisión de Twitter de cambiar las reglas que regulan la compartición de datos de sus usuarios con otras aplicaciones y, más recientemente, ocultar con qué aplicación cliente actualiza cada usuario su timeline.

En realidad, la disyuntiva para Twitter es sencilla de entender: ¿Interesa a la marca favorecer el desarrollo de un ecosistema de aplicaciones con APIs y una actitud abierta, o se puede simplemente utilizar como generadores de tráfico y campo de pruebas que puedan ser incorporadas a la funcionalidad principal? Costolo lo tiene claro: es mi negocio, no el tuyo.

Enrique Dans escribió hace tiempo sobre los ecosistemas satélite en “Growl y la gestión de ecosistemas satélites”:

Movimientos como este nos llevan a plantearnos las especificidades de la relación entre una aplicación y su comunidad satélite de desarrollo. Tener una comunidad de desarrollo vibrante y activa es algo que suele aparecer correlacionado con el éxito. Pero como en tantas ocasiones en la ciencia, de una correlación no puede deducirse una causalidad, de manera que no se puede saber “si gallina o huevo”, si ese éxito viene generado por las funcionalidades adicionales que dicha comunidad trae consigo, o bien si el desarrollo de la comunidad está en realidad desencadenado por la atracción que genera el éxito arrollador de una aplicación. Lo que sí parece claro es que las relaciones entre el protagonista principal y la comunidad que lo rodea pueden aportar mucho, pero no son para nada un espacio tranquilo: si una aplicación generada alrededor de la principal tiene éxito, lo habitual es que se vea o bien adquirida – que puede no ser un mal desenlace – o bien considerada una propuesta interesante que la aplicación principal adopta o copia descaradamente, relegando al proponente original a un uso marginal.

No cabe duda que los usuarios perdemos con esta decisión. Durante los 3 años y pico que llevo usando Twitter he utilizado diferentes clientes (para móvil y ordenador) y ninguno acaba de convencerme: todos tienen ventajas e inconvenientes. Simplemente, escoge aquel que se adapte más a tus necesidades. Y, por supuesto, he conectado mi cuenta con otras aplicaciones, para generar contenido en otras redes de forma selectiva.

Twitter parece tener ahora un problema compartiendo amigos, así que tendremos que adaptarnos a usar aquellas herramientas que Twitter ponga a nuestra disposición, sin la posibilidad de elegir. Pero tampoco cabe duda que Twitter es un negocio y, al menos, están tratando de rentabilizar su éxito, lo cual parece de lo más razonable. Podríamos debatir que creció en gran medida por su política de innovación abierta basada en la flexibilidad y capacidad de sus APIs, siendo uno de los servicios más abiertos en este sentido. Pero ahora parece que percibe a estas aplicaciones como una competencia directa, porque muchas de estas aplicaciones ofrecen servicios de pago o publicidad, que han chocado frontalmente con la estrategia de Twitter de consolidar un modelo de negocio de forma sostenible.

El gran dilema ahora lo tienen los desarrolladores de aplicaciones para Twitter: no es difícil ser un miembro que aporte mejoras al ecosistema, pero si tratas de rentabilizarlo (como forma de financiación y supervivencia) puede ser jugar a la lotería de ser el siguiente competidor a eliminar del mapa el día de mañana. Depender completamente de un tercero siempre es una actividad de riesgo

Veremos con el tiempo si es mejor mantener una actitud abierta con la estrategia dinamizar tu ecosistema de aplicaciones (perdiendo cierto control pero ganando presencia y actividad) o concentrarte en controlar el medio. Lo que queda claro es que un producto de éxito debe tener claro cómo gestionar las relaciones con su comunidad de desarrolladores.

Por cierto, ¿qué ocurriría si las comunidades satélite dejaran de enviar contenido a Twitter? ¿Perdería el tráfico suficiente para replantearse su decisión?

(La foto de esta entrada es de Kalense Kid en Flickr)

4 comentarios

  1. Un tema muy pertinente, Alfonso.
    Como empresa puedo entender que Twitter quiera controlar su plataforma y monetizarla al máximo (término por cierto que se puso muy de moda con la salida a bolsa de Facebook y de repente se ha dejado de oír). Les dará rabia que otros generen negocio con ella.
    Sin embargo, hay un toque de arrogancia en esta actitud y me temo que les falta ponerse en la piel de sus usuarios.
    Yo puedo hablar sólo de mi experiencia pero en esto soy muy claro: a mí los clientes de Twitter tanto para iOS como para Android, que son los que conozco, como los de Windows (el cliente web y Tweetdeck) me parecen flojos. En iOS uso Tweetbot y en Android Tweetcaster, que en mi opinión le dan mil vueltas por usabilidad y porque tienen en concreto dos prestaciones que para mí son más que esenciales: 1) integración con readability para facilitar lectura de páginas web en la discreta pantalla de un smartphone, y 2) posibilidad de silenciar (mute en tweetbot y zip en tweetcaster) usuarios o hashtags.
    Yo he pagado por ambas aplicaciones y estaré encantado de hacerlo por algo equivalente del propio Twitter si me proporciona ese valor añadido.
    Pero esta estrategia de ir cargándose a las aplicaciones de terceros me parece que le quita parte del encanto que tenía esta red y a lo mejor crea una corriente de opinión negativa que es lo que tanto ha lastrado a Facebook o al propio Google+ mientras que a Twitter no sólo no le ha tocado sino todo lo contrario.
    Y efectivamente, como bien dices, este es el problema de depender plenamente de un tercero. Que cuando piensa que no te necesita, te da la patada. Tengo alguna experiencia al respecto.
    Un abrazo.

    • Alfonso Romay says:

      Entiendo que lo que Twitter espera es que los desarrolladores generen aplicaciones dentro de Twitter o sus aplicaciones relacionadas, más que crear aplicaciones nuevas externas que solo usen la información generada.

      En realidad, lo que intento cuestionar (implícitamente) en el post es hasta qué punto estas estrategias de “open innovation” y máxima flexibilidad (APIs, desarrolladores, integración, etc.) son ciertas o sólo es una pose temporal.
      Más bien parece que Twitter ha “aprovechado” su comunidad para (1) hacer crecer su negocio (base de usuarios, popularidad) y (2) conseguir que otras empresas innoven sobre su producto (sin dedicar nada de esfuerzo ni dinero) y aprovechar ese aporte de ideas para disponer de un mejor funcionalidad, incorporando características ya testeadas en otras aplicaciones.
      Sacrificar parte de los ingresos de los primeros años no parece una pérdida importante comparado con disponer de un producto mejorado usando como banco de pruebas a su comunidad de desarrolladores, pudiendo ahora desarrollar ese modelo de negocio que los inversores cuestionan.

      La pregunta es si esto le penalizará o los usuarios seguiremos usando sus servicios.

      • A mí desde luego me cae mal la actitud, pero eso no quiere decir que necesariamente deje de usar Twitter. Al fin y al cabo el principal motivo por el que estoy allí es porque está gente con la que me interesa compartir, no porque me caigan mejor o peor. El mismo motivo por el que de momento estoy “inerte” en Google+ pese a que es una red social que a priori pinta bien.

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