Miradas a la fotografía artesanal de Brian Duffy

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Este fin de semana he tenido la suerte de ver la retrospectiva del fotógrafo Brian Duffy en el Centro de Historias de Zaragoza (por cierto, tremendo que no tenga una entrada en la Wikipedia en español):

Más de cien fotografías originales, un documental de la BBC sobre su obra y cámaras del artista, entre otras piezas, forman parte de esta muestra que resurge de las cenizas, ya que el fotógrafo quemó sus negativos en 1979, algunos cuales han sido recuperados, porque había decidido que ya había hecho todo por la fotografía. (…) La cámara de Duffy captó desde estrellas de Hollywood como Michael Caine, Brigitte Bardot, Julie Andress y Sidney Poitier hasta grandes del rock como John Lennon, David Bowie y Debbie Harry (Blondie), pasando por modelos de los sesenta como Jean Shrimpton y Joanna Lumley o legendarias leyendas como William Burroughs o Amanda Lear.

Duffy es el responsable, por ejemplo, de la conocida portada del álbum “Aladdin Sane” de David Bowie. Algo que llama la atención en toda la exposición, es el tremendo dominio que Duffy tenía sobre sus herramientas, a las que sabía sacar el máximo provecho. Un artista que tenía el ansia de ir un poco más allá, de explorar, con un cierto toque de artesano. Fotografiar es fácil, pero obtener buenas fotografías no es tan sencillo. 

En estos tiempos donde todo es rapidez e inmediatez, muchas veces minusvaloramos el esfuerzo de un resultado trabajado y se agradece ver estos trabajos de “fotografía artesanal”. Una fotografía intencional, trabajada, estéticamente cuidada, meditada y pausada, que busca conectar y transmitir con el espectador.

Hoy puedes ver una fotografía y es complicado ponerla en contexto, en su tiempo. Incluso conociendo su fecha es complicado ubicarla en un espacio y un tiempo. Nuestra contaminación visual es tan grande, que si viéramos las imágenes de Duffy sin saber que son artesanales, trataríamos de averiguar qué filtro o retoque se ha aplicado en esa fotografía. Primero fue el efecto Photoshop, con el eterno retoque para mejorar el resultado final. Luego, llegó Instagram que ha sabido integrar la estética de los filtros con la comodidad de lo digital, pero que no me convence. Encuadra, dispara y aplica el filtro que más te guste y ya puedes subirla a tus redes sociales. Ley del mínimo esfuerzo, a diferencia de la fotografía artesanal que propone Duffy. Quizá la atracción que nos producen las imágenes melancólicas de Instagram sea el síntoma más palpable de nuestra ceguera al dejar de fijar recuerdos en plata quemada.

Esta exposición es un homenaje a esas imágenes que nos hacen ver el mundo desde otro punto de vista. Que recogen momentos y situaciones como un testimonio veraz, sin trucos ni retoques. Que apuestan por una fotografía artesana frente a los automatismos. Fotografía con mayúsculas.

(La foto de esta entrada es de mike_cc en Flickr)

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