Monthly Archive: November 2012

Diferenciando entre sencillez y simplicidad

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Las habilidades de comunicación son (y serán) una competencia clave de un buen profesional. Pero, habitualmente, utilizamos de forma incorrecta el lenguaje. No es un tema trivial: si queremos comunicar sin ambigüedades debemos utilizar el vocabulario de forma adecuada. Pongamos ejemplos: ¿cuántas veces han tenido la sensación que, hablando de “innovación”, se referían a “mejora” o “evolución”? O hablando de “eficiencia” nos referimos a “eficacia” o “productividad”. O incluso hablando de “crecimiento” querían decir “competitividad”.  Dos palabras que dan mucho juego en este tema son “sencillez” y “simplicidad”. El otro día, mi amigo @JaviSagan escribía en Twitter: Es curioso cómo se complican últimamente los negocios. #simplicidad ahora más que nunca. — Javier Martínez (@javisagan) noviembre 19, 2012 ¿Significan lo mismo en castellano? Acudiendo al diccionario de la RAE, aparecen como sinónimos. Sin embargo, me parece que el matiz semántico es sutil, pero importante. Probablemente, la confusión venga de que cuando los anglosajones hablan de ‘simplicity’ lo traducimos (por comodidad) como ‘simplicidad’ en vez de darle sentido de ‘sencillez’. Una línea muy fina separa lo sencillo de lo simple, así que el matiz diferencial no es fácil de explicar. La estética referida a lo simple es pobre, mientras que la estética […]

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Personas, ¿activo más valioso de una empresa?

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Constantemente oímos que las personas son el activo más valioso de una compañía. Los departamentos de Recursos Humanos suelen utilizar esta frase para comunicar la importancia de la gestión de personas en las organizaciones. Un discurso preconcebido de exaltación de “su gente” y “su cultura”, al que la realidad se empeña en llevar la contraria. Lamentablemente, demasiadas organizaciones se comportan como si sus empleados fueran un activo que deben administrar y mantener como si fueran máquinas, de fácil e inmediata sustitución si no funciona. Un gasto contable en vez de una inversión a largo plazo. Pero una organización no es una máquina. Todo esto viene a colación de la impactante noticia de estos días: el plan anunciado para Iberia, que prevé un recorte de 4.500 empleos. Nada menos que más del 20% de la plantilla se irá a la calle. Así que me lancé a hacer una búsqueda rápida en la web de Iberia para encontrar su política de Responsabilidad Social Corporativa (pongo las negritas para resaltar): En Iberia entendemos la Responsabilidad Corporativa como nuestro compromiso compartido para la creación de valor económico y social, respetando el medio ambiente y teniendo en cuenta siempre las expectativas de nuestros grupos de interés. (…) […]

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El discreto encanto de los premios empresariales

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Últimamente, llega información de muchas empresas que anuncian sus logros en términos de premios y rankings empresariales. Premios a empresas del año, a empresas socialmente responsables, a la excelencia, emprendedores, etc. Debe ser que el complicado arte de vender es hoy más complicado que nunca, y hay que utilizar toda la artillería disponible de autobombo. Existe una tendencia creciente de las marcas a buscar notoriedad, también en las redes sociales. Por supuesto, cada cual puede hacer lo que considere necesario para potenciar su marca, aunque tengo mis reservas sobre la autenticidad de los premios empresariales para conseguir ese objetivo. Desde un punto de vista de empresa, cada vez veo menos claro el beneficio que puede obtenerse de una distinción empresarial. En primer lugar, porque la gran proliferación de premios y rankings les hace perder impacto. Tienes la sensación que todo el mundo tiene su premio, aunque no sea así. Pero también porque me planteo si ganar un premio empresarial (o estar bien situado en un ranking) aumenta significativamente la credibilidad frente a tus clientes o el posicionamiento frente a tus competidores. Complicada cuestión, porque es bastante probable que sea totalmente irrelevante para tu cliente o resulte poco “creíble”. Claro, para ser creíbles, nuestro comportamiento […]

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Algunos motivos para no comprar un iPhone

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Tengo que cambiar de móvil con urgencia. Mi vieja Blackberry ha dejado de funcionar correctamente y he estado evaluando algunas opciones para sustituirla. No soy pretencioso con tener la última tecnología, me basta con tener la (ante)penúltima generación. Vamos, que busco un móvil que (1) tenga una conectividad razonable a Internet, (2) disponga de algunas aplicaciones que me faciliten la vida (por ejemplo, Evernote) y (3) me permita combinar la parte profesional con la personal (correo vs. Twitter, principalmente). Muchas aplicaciones no tienen versión para Blackberry o son muy limitadas, así que parece que mis opciones son sustituirla por un móvil con Android o iOS (Apple). La tecnología de Apple me parece brillante. Es innegable que con el iPhone han conseguido un producto muy bien definido, tanto a nivel de diseño como de ingeniería. Nadie discute tampoco que Steve Jobs construyó una imagen de marca única alrededor de sus productos. Pero hay demasiadas cosas en su filosofía que no encajan con mi manera de pensar. Estamos tan absolutamente fascinados por su tecnología que no paramos a pensar en otros aspectos, como la sostenibilidad o la ética empresarial en el proceso de fabricación. Al menos para mí, es una consideración importante […]

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