Transparencia o creer tus propias mentiras

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Creer tus propias mentiras

Leía ayer el artículo de Miguel Ángel Uriondo sobre la polémica con Gowex. Un artículo bastante demoledor con la (hasta ahora) niña bonita del MAB.

De nuevo, el mismo tema. Polémicas sobre datos ficticios, hinchados o malinterpretados que llevan a desplomes en capitalización. La eterna necesidad de transparencia real en las organizaciones. Aunque Gowex no haya mentido, la falta de información transparente ha generado la desconfianza necesaria para sufrir este batacazo.

Pero, más allá de supuestas mentiras o verdades, me llamó la atención el siguiente párrafo por extrañamente familiar:

A estas horas, por encima de todo me interesa la historia de Jenaro García. No dejo de pensar en aquella reunión que mantuvimos en 2011. Es posible colarme una mentira, seguro que incluso es muy fácil, pero en aquel momento recuerdo que pensé en lo mucho que parecía creer en aquel proyecto, lo seguro que parecía de todo.

El antiguo trabajador con el que hablé tiene su propia y demoledora teoría: “Hay algo que no funciona bien en su cabeza. En algún momento ha empezado a creerse sus propias mentiras. Incluso a mí, que estaba en la compañía y sabía cómo funcionaba todo, intentaba convencerme de que todo era como decía a los medios y a los inversores”.

Ojalá no se confirme, pero todo apunta a un nuevo caso de falta de transparencia. Pero también me parece relevante ese rasgo que explica el confidente. La tendencia de algunos directivos a creerse sus propias mentiras.

Digamos que en estos últimos quince años he podido coincidir con bastantes personas con responsabilidades. Curiosamente, esto que comenta Uriondo lo he percibido en varias ocasiones. No conviene generalizar, por supuesto, pero es más habitual de lo que pensamos. Está muy relacionado con ese liderazgo unipersonal, casi mesiánico, que se fomenta en algunas organizaciones. Esas personas que, a menudo confunden certeza con seguridad, y de ahí a la arrogancia hay un paso. Que pretenden conseguir resultados a cualquier precio, aunque haya que mentir flagrantemente para conseguirlo. La falta de ética profesional te lleva a creer tus propias mentiras.

Nadie les ha demostrado que están equivocados: cuando los líderes engañan, las compañías pierden. Los resultados de las nuevas investigaciones lideradas por el profesor Robert Cialdini, muestran cómo la falta de ética impacta negativamente en los resultados de la compañía. Ética y resultados están estrechamente relacionados.

Sus conclusiones son tajantes: las trampas y engaños arruinan la productividad de la organización. Trampas como mentir a potenciales clientes, empleados o inversores como parece ha ocurrido en Gowex. Pero también evadir impuestos, promover el trabajo en condiciones deplorables o estafar a tus clientes. Los equipos liderados por directivos que toleran malas prácticas obtienen peores resultados que otros equipos dirigidos con comportamientos éticos. En el fondo, quien más pierde con estas actitudes son los accionistas. Quizá por ahí debe empezar la reconquista de la transparencia en las organizaciones.

La mentira tiene las patas muy cortas, como se suele decir. Hay que seguir avanzando en reflexionar sobre ética y resultados, en empresas más abiertas, participativas y humanas. Y me reitero en lo dicho otras veces: si lo que viene son urnas de cristal, hay que empezar a prepararse. Mejor que no nos encuentren en cueros cuando alguien venga a preguntar. Y menos con mentiras que hagan tambalear nuestro negocio.
 

Créditos de la fotografía: Giovanni Novara en Flickr (bajo licencia Creative Commons)

2 comentarios

  1. […] un día después de escribir con ciertas reservas sobre la falta de transparencia de Gowex, la burbuja ha […]

  2. Muy recomendable leer el post de una de las trabajadoras de Gowex: http://www.megustacuandocallas.com/jenaro-garcia-la-caida-de-un-mito/

    Confirma que se creyó sus propias mentiras dentro de su personalidad megalómana:
    “Sinceramente no creo que Jenaro sea una mala persona, y sé que en esta tesitura cualquiera que haya perdido su dinero, su trabajo…todo lo que todos hemos perdido, justificaría lo contrario, pero no lo creo, simplemente es un hombre enfermo, muy enfermo, que se creyó un salvador, que se creyó sus propias mentiras, un megalómano en toda regla.
    Tampoco creo que hiciera todo esto por ambición económica, él quería estar en todas partes y salir en todos los papeles, él quería ser grande y recordado, aunque tuviera que llevarse por delante a tantas familias. En su locura, todo era justificable.”

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