Adiós al dinero en efectivo

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Dinero en efectivo

Durante mi reciente viaje por Noruega, algo que me sorprendió es que prácticamente nadie utiliza monedas y billetes en su vida diaria. Parece que han desterrado el uso de dinero en efectivo, solamente utilizan tarjetas de crédito y débito. Incluso en el lugar más remoto, te miran extrañados e incómodos cuando tratas de pagar con un billete.

Cuando se acuñaron las primeras monedas en Lidia (Asia Menor) sobre el 600 a.C., una auténtica revolución se puso en marcha. Pudo pasarse del trueque a la expansión del comercio por todo el mundo. Bienes por moneda, una revolución que resolvía que dos desconocidos confiaran entre sí en una transacción económica. Pero, ¿tiene sentido mantener el dinero físico 2.600 años después de su creación?

Las cosas han cambiado mucho con la economía digital. La creciente proliferación de los pagos a través de Internet y, sobre todo, del teléfono móvil está cambiando la fisonomía del sector. Como revela un informe de PWC con IE Business School (PDF, “Los medios de pago, un paisaje en movimiento”), “existe una relación directamente proporcional entre el desarrollo de una economía y el uso de medios distintos del efectivo”. A mayor desarrollo, mayor empleo de tarjetas, transferencias, domiciliaciones y cheques.

En esa línea, el Gobierno de Dinamarca pretende dejar de acuñar moneda en 2016 y acaba de lanzar como propuesta preelectoral una iniciativa para acabar con el dinero en efectivo en tiendas de ropa, gasolineras y restaurantes. Sería la primera fase de un plan con objetivos a largo plazo que convertiría a este país en el primero en prescindir de las monedas y los billetes. En el caso de Dinamarca, la decisión no parece muy sorprendente: según la Comisión de Pagos Danesa prácticamente el 100% de la población adulta del país posee una tarjeta de crédito (PDF, “OECD Study: Competition and Payment Systems”). Además, desde el año 1990 los pagos en efectivo han caído un 90%, porque casi todos los comercios minoristas aceptan tarjetas.

Algunas ventajas de eliminar el dinero en efectivo

El uso generalizado de dinero electrónico tiene ventajas evidentes. En primer lugar, hay una ventaja clara de la abolición del dinero en efectivo: contribuye a frenar la evasión de impuestos y las actividades ilegales. Esta tesis es defendida por prestigiosos economistas como Kenneth Rogoff: “Paper money is unfit for a world of high crime and low inflation”:

Getting rid of physical currency and replacing it with electronic money would kill two birds with one stone. First, it would eliminate the zero bound on policy interest rates that has handcuffed central banks since the financial crisis. At present, if central banks try setting rates too far below zero, people will start bailing out into cash. Second, phasing out currency would address the concern that a significant fraction, particularly of large-denomination notes, appears to be used to facilitate tax evasion and illegal activity.

Según un estudio de los profesores Bhaskkar Chakravorti y Benjamin Mazzota, de Tuffts University, el gobierno estadounidense pierde 100.000 millones de dólares al año por pagos en efectivo que no se declaran. (PDF, “The Cost Of Cash In The USA”). Es un problema considerable, como para pensar en soluciones para atajarlo. En ese sentido hay que entender algunas medidas, como la limitación del pago en efectivo a 2.500 euros o la más reciente petición de los inspectores de Hacienda españoles para suprimir los billetes de 200 y 500 euros con el objetivo de luchar contra el fraude.

En segundo lugar, está claro que otro objetivo es eliminar los considerables costes administrativos y financieros que implica el manejo del dinero en efectivo. Porque el dinero físico cuesta producirlo, transportarlo, almacenarlo, distribuirlo a los usuarios, etc. Supone enormes costes para los estados y para el sector bancario. Según el mismo estudio de Chakravorti y Mazzota, en México costará casi un peso producir cada uno de los 1.320 millones de billetes que se necesitarán este año. ¿Qué se podría hacer con todo el dinero que cuesta mantener dinero físico en nuestros bolsillos? Aumentando la rapidez y agilidad de pago, las grandes beneficiadas serían las entidades bancarias. Menos costes directos, más transacciones y un mejor acceso a datos fiables sobre sus clientes. También los gobiernos se beneficiarán, como ahora veremos.

Algunos problemas de eliminar el dinero en efectivo

Volvemos a la clásica disyuntiva entre seguridad o libertad. O, en este caso, el nudo gordiano está entre privacidad y control. Actualmente, con el dinero en efectivo es imposible trazar en qué gastamos nuestro dinero, y eso nos da anonimato y elimina control. Sin embargo, con el objetivo reducir el fraude fiscal o los costes de manejo del efectivo, ¿estamos dispuestos a que los bancos -y, por ende, cualquier gobierno- conozcan dónde, cuándo, cuánto y qué compramos? Parece que caminamos en sentido contrario a la lógica. Muchas veces, cerrar grifos supone reventar tuberías.

Segundo, porque la dependencia tecnológica será completa. No podremos hacer una transacción monetaria sin conexión, pero tampoco sin electricidad. Estaremos obligados a una conexión permanente, por no hablar de la seguridad de esos datos. Nuestras compras serán geolocalizadas, podrá hacerse una trazabilidad completa de nuestra vida con nuestro registro bancario, se seguirá definiendo nuestro perfil como usuario consumidor en cada compra. Lo que lleva a pensar el nuevo papel que jugarán las tecnológicas en todo este escenario, porque es un pastel demasiado goloso para dejarlo pasar. ¿Necesitaremos tarjeta de crédito o nos valdrá con un ID de Google para acceder incluso a nuestros servicios financieros? Y detrás de las tecnológicas, las operadoras de telecomunicaciones, fabricantes de móviles, empresas de distribución, startups… Nuevo escenario, nuevos actores.

Y un tema que no suele salir a colación, y es ciertamente relevante: la abolición del dinero en efectivo sería dramático para los más acuciados por la exclusión y la precariedad. Las ventajas que busca este sistema generarían problemas de acceso para la población más desfavorecida y los más afectados por la brecha digital, que quedarían excluidos del sistema monetario. Para paliarlo, se proponen medidas como la introducción de monedas locales, que apoyen una economía más de cercanía y no sirvan como medio de acumulación, como nos explicó Miguel Yasuyuki en TEDxZaragoza, hablando sobre “monedas que se oxidan”.

Parece claro que en el futuro viviremos en una sociedad donde no existirá dinero físico, pero ese futuro no está exento de riesgos. Parece razonable que habrá una oposición fuerte a la eliminación del dinero en papel en el corto plazo.

En sistemas complejos adaptativos, y una sociedad moderna es un buen ejemplo, suelen aparecen los principios de emergencia y autoorganización. El sistema en equilibrio tiende a una alta dispersión y descentralización, no al control. El futuro de los sistemas complejos es a menudo impredecible, como se ha demostrado con las criptomonedas, como Bitcoin y su tecnología de ‘blockchains’, que está revolucionando la seguridad en banca y otros servicios.

Ya hemos hablado en otras ocasiones de mantener el statu quo en distintos sectores, y como algunos ‘outliers’ buscan otros modelos, yendo contrarriente y apostando de forma valiente por buscar otras vías y aprovechar su potencial desde el primer minuto. Cerrar grifos también ayuda a descubrir nuevas tuberías.

Créditos de la fotografía: Thomas Hawk en Flickr, bajo licencia Creative Commons.

2 comentarios

  1. Fran says:

    Un apagón y será el caos total…

    • Efectivamente, Fran. Nuestra dependencia tecnológica será grande, pero nuestra dependencia energética sería total.

      No olvidemos la versión 2.0 de la pirámide de Maslow sobre necesidades humanas que bromea -con mucho criterio- que las nuevas necesidades son tener conectividad y, sobre todo, tener batería.

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