Eficacia y profesionalidad

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Eficacia

Verán ustedes: el otro día mi jefe tenía una conversación con el Director General de una empresa cliente y éste le apuntó sus dudas sobre un tema. Según éste, en cualquier libro/curso de gestión se habla de la mano izquierda, de intentar entender primero y actuar después, de perseverar en conocer los motivos de los problemas que cada persona pueda tener.

Pero, ¿qué ocurre cuando sabemos positivamente que la persona no está cumpliendo con profesionalidad y eficacia su trabajo? ¿Qué ocurre cuando tenemos la manzana podrida en el cesto? ¿Debemos aplicar la mano izquierda en estas situaciones? Y eso le produce dudas, porque resulta que él lo que siente es que, a veces, es necesario dar un golpe encima de la mesa, dejar atrás la salsa rosa… Según me comentaba mi jefe, muchas técnicas de gestión se han centrado en los últimos tiempos en la permisividad (aderezado con ciertos toques de blandura desde la dirección). Está bien permitir un (cierto) grado de autonomía, pero éste debe ser administrado con diligencia (por parte de los managers) y con responsabilidad (por parte de los empleados).

Cuando me contó la conversación, mi primera reacción fue decir que no podía ser así. Que era mejor actuar con diligencia. Quizá sea obvio, pero él me respondió que la diligencia no está reñida con la autoridad y el control, porque no olvidemos que una tarea de dirección suele ser precisamente el control. Y no debemos permitir que la salsa rosa nos embadurne. Pero, además, eso no está reñido con la necesidad de inteligencia emocional en las organizaciones, porque los líderes necesitan tener pasión por su misión y saber transportar esa pasión a la gente con la que trabajan. Generar entusiasmo.

He ahí la verdadera tarea del manager: ejercer su labor de dirección, ejercitando la inteligencia emocional y dejando espacios para trabajar diariamente con eficacia hacia las metas marcadas.

Créditos de la fotografía: Dave Dugdale en Flickr (bajo licencia Creative Commons)

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