Tomando decisiones complejas

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Cuando hablaba de entender que la tecnología es un medio y no un fin pensaba, entre otras cosas, en la Inteligencia empresarial (BI). Para los profanos, es un conjunto de procesos y sistemas analíticos que ayudan a las organizaciones en la toma de decisiones complejas, es decir, en crear conocimiento a partir de datos. Las personas que toman las decisiones necesitan acceder rápida y fácilmente a la información de la empresa. Ejemplos: crear una base de datos de clientes, prever ventas y devoluciones, compartir información entre diferentes departamentos, mejorar el servicio al cliente…

Por eso me ha resultado interesante el artículo “Business Intelligence: mito o realidad” donde se tratan muchos temas tecnológicos:

Las Tecnologías de la Información (TI) han cambiado sustancialmente la forma de hacer negocios de las empresas. En un entorno, donde la competitividad, la globalización, la consolidación de industrias, un ciclo de vida más corto de los productos, time-to-market cada vez más decisivo, saturación de mercados, etc., la información, y sobre todo, el conocimiento, juega cada vez un papel más preponderante.

La información referente a mercados, competidores, clientes, el rendimiento de la propia compañía, se ha convertido en un recurso clave. El problema radica en que las empresas disponen de una gran cantidad de datos, pero poca información, y aún menos conocimiento. Varias razones motivan este hecho: islas de información, carencia de arquitecturas de sistemas flexibles e integradas, propiedad de los datos, importantes carencias de calidad, y por tanto, usabilidad de datos, múltiples y diversas aplicaciones operacionales, existencia de fuentes de información externa no integradas ni compartidas, etc.

Gran parte del producto generado por las TI, no es información, sino tan sólo datos brutos. Estos se generan por sistemas que fueron ideados para recogerlos, pero no para analizarlos. Los datos adquieren la categoría de información cuando disponen de una estructura inteligente. A su vez, esta información se convertirá en conocimiento si se le añade las ideas, intuición, capacidad del analista, es decir, su conocimiento tácito. En puridad, según Nonaka y Takeuchi, la información sería el conocimiento explícito, es decir susceptible de ser transmitida, pero sólo la información no será capaz de aumentar y mejorar la base de conocimiento de una compañía. Es la inclusión del conocimiento tácito, la que promueve el ciclo virtuoso de la transformación de datos en información, información en conocimiento, y finalmente, conocimiento en acciones/decisiones mejor informadas y más afines a la realidad de la compañía. El ciclo se cierra al generar estas nuevas acciones/decisiones, más datos brutos que realimentarán el ciclo de este proceso, conocido como Inteligencia de Negocio.

La conclusión final me parece ciertamente clarificadora: “el experto en BI, acaba siendo un profesional híbrido que entiende de negocio y se apoya en la tecnología para ordenar el conocimiento eficazmente”. No se puede ser más claro: la tecnología no resuelve tus problemas de gestión por sí sola. Importante lección.

1 comentario

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