Armas de distracción masiva

3
Armas de distracción masiva

Hablábamos hace un par de días de la rapidez del escenario personal y profesional y del valor creciente de saber afrontar situaciones imprevistas con éxito. La premisa parece ser: Pase lo que pase, ¡corre!

En relación con esa rapidez permanente, hay otro tema que me ronda la cabeza: cómo hemos aumentado nuestra conectividad pero, sin embargo, vamos perdiendo la capacidad de concentración. Vivimos la revolución de estar conectado, es la sociedad de la información. Cada vez más móviles, tabletas, artilugios, cacharros, cachivaches o máquinas están online: el siguiente paso es la llamada Internet de las Cosas.

Mi generación y las siguientes ha ido asumiendo con naturalidad el uso de la tecnología. La hemos asimilando la tecnología como algo natural a nuestro tiempo, sin pensar en cómo nos cambia la vida. Somos capaces de leer una página de Internet de un vistazo o estar simultáneamente con el portátil, la TV y el móvil, pero apenas nos hemos parado a reflexionar si esto nos ha perjudicado en otros aspectos.

Nicholas Carr, el Pepito Grillo de la tecnología, lo tiene muy claro: vamos demasiado rápido. Según Carr, Internet está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma. Visión con un punto apocalíptico, pero que esconde una crítica que merece la pena tener en cuenta. Es famoso su artículo “Is Google Making Us Stupid?” donde ahonda sobre lo que supone la tecnología para los humanos y qué cambios provoca en nuestro cerebro:

The advantages of having immediate access to such an incredibly rich store of information are many, and they’ve been widely described and duly applauded. “The perfect recall of silicon memory,” Wired’s Clive Thompson has written, “can be an enormous boon to thinking.” But that boon comes at a price. As the media theorist Marshall McLuhan pointed out in the 1960s, media are not just passive channels of information. They supply the stuff of thought, but they also shape the process of thought. And what the Net seems to be doing is chipping away my capacity for concentration and contemplation. My mind now expects to take in information the way the Net distributes it: in a swiftly moving stream of particles. 

Carr señala que el acceso fácil a la información hace que predominen las cosas cortas, amables y bitty (digamos, troceadas o en monodosis). De hecho, cita en el artículo al bloguero Bruce Friedman, que reconocía que Internet había alterado hasta tal punto sus hábitos mentales que ya no se planteaba leer libros como “Guerra y paz” de Tolstoi, y que incluso un post de más de 4 o 5 párrafos se le hacía una tortura.

La forma de buscar, consumir información y relacionarnos ha cambiado sustancialmente. La multitarea también cambia nuestra manera de trabajar y de hacer las cosas. Tú decides cuando y cómo utilizar la tecnología, pero ella también te condiciona en cómo usarla. Supongo que el reto es obtener los máximos beneficios de la tecnología, sin perder en otros aspectos.

Y todo esto se ve incrementado por el uso de las redes sociales, los smartphones y el uso de aplicaciones como Whatsapp, que suponen fascinantes formas de comunicación y relación pero, a la vez, fomentan una distracción permanente con un bombardeo continuo de mensajes que muchas veces no sabemos (ni podemos) digerir.

Por trabajo tengo que utilizar las redes sociales, pero sólo uso las cuentas corporativas y centro mi uso personal a primera hora del día, durante la hora de comer y por la noche, aunque a veces me empeñe en romper mi regla. Es complicado resistirse a los cantos de sirena de contestar una mención en twitter, revisar si hay correo nuevo o mirar Blackberry, sobre todo, si parpadea el piloto rojo.

Supongo que la mente humana funciona así, pero si queremos evitar tardar más tiempo en hacer nuestro trabajo y conseguir un peor resultado (cuando nuestra mente está en mil cosas), debemos evitar ese bombardeo de distracciones. Me pongo como tarea releer el post de técnicas para evitar las distracciones online. Y seguir luchando cada día por no romper mis propias reglas. Armas de distracción masiva.

Créditos de la fotografía: Johan Larsson en Flickr (bajo licencia Creative Commons)

3 comentarios

  1. Si es que no haces más que distraer. Con lo bien que estarías sin escribir nada, ni compartir nada, ni ná de ná. Siempre puedes hacerte cartujo ;-)

  2. […] explicó Carr hace tiempo que Internet estaba erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma aut…. Antes, elegías cuidadosamente (o no tanto) tu canal RSS de lecturas. Como ese café matutino que […]

Leave a Reply to Alfonso Romay Cancel reply