Gestión por valores y deporte profesional: mundos opuestos
Esta semana nos enterábamos de la denuncia de varias nadadoras sobre las supuestas malas formas de Anna Tarrés, la ex seleccionadora española de natación sincronizada. A colación de esta noticia, Daniel Cuñado ha defendido (desde una perspectiva algo idealista) la cultura de los principios frente a la cultura del éxito, y si tiene sentido primar el resultado por encima de cómo se consiga.
La cuestión es interesante desde el punto de vista humano: ¿hasta dónde debemos llegar para conseguir nuestros objetivos? ¿Están los récords y los mejores tiempos por encima de las personas? Seguro que el 99% decimos que no, en una encuesta rápida. Por supuesto, detesto esas actitudes vejatorias pero, ¿la responsabilidad es exclusiva de ella como entrenadora o de un sistema que está establecido como “una industria de la hipercompetitividad”?
Todo en el deporte profesional está sesgado por una motivación: la de ganar a cualquier precio. Nos guste o no, el deporte (como la empresa) están montados de esta manera. El deportista de élite sabe que para triunfar debe llegar al límite y esto, evidentemente está reñido con la salud del deportista. Es curioso que defendamos la educación física y el deporte como base de una educación y formación de valores, cuando el deporte profesional representa precisamente lo contrario. Por supuesto, hay excepciones.
Convendría que revisáramos nuestras propias expectativas sobre el deporte y los deportistas. Existe una tremenda hipocresía alrededor del deporte. La superación de los límites del ser humano va unida al espectáculo que ofrece y a nuestro entretenimiento. Todo “demasiado” orientado a resultados. No basta con participar, hay que ganar. No basta con ganar, hay que conseguir el mejor tiempo o superar el récord. Vestimos las victorias de excelencia, cuando en realidad hablamos de éxito o fracaso, de ser recordado como un héroe por unos segundos u olvidado para siempre.
¿Es posible una gestión por valores en un entorno tan competitivo?
Me pregunto si seremos capaces de poner a la persona (el deportista, en este caso) y los valores en el centro de las decisiones. La hipercompetitividad que exige de cada individuo y colectivo un rendimiento cada vez mayor choca de frente con una estructura de principios.
Hablar de valores no debería implicar que los objetivos queden relegados a un segundo plano. Eso sí, los objetivos tienen sentido como guía de viaje pero no deben contravenir los valores que hayamos acordado. Esos son los límites del terreno de juego: conseguir movernos de forma eficaz bajo unos principios en un contexto de competitividad creciente. Dicen que el segundo es el primero de los perdedores. Demasiadas veces el deporte profesional me recuerda al mundo de demasiadas empresas, donde los valores son un papel colgado.
(La foto de esta entrada es de Wyoming_Jackrabbit en Flickr)
[…] Reflexiones muy personales | Etiquetas: esfuerzo, límite, motivación, patología Nota.- Tras terminar de escribir el artículo encuentro otro que viene al pelo, el de mi blogobrother Alfonso Romay: Gestión de valores y deporte profesional, mundos opuestos. […]
Compañero, nos hemos leído el pensamiento: Motivación en el límite ;-)