Vulnerabilidad en tiempos líquidos

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Leyendo el post de Julen sobre empresas invulnerables, me encontré con el vídeo TED de Brené Brown. No lo conocía y, recomendado también por el comentario de Paz Garde, me lancé a verlo. Algunas de las frases del vídeo resumen bien su filosofía:

“Vulnerability is not weakness. And that myth is profoundly dangerous.”
“That’s what life is about: about daring greatly, about being in the arena”
“Vulnerability pushed, I pushed back. I lost the fight, but probably won my life back.”

¿Quién no ha sentido alguna vez que nuestros problemas se hacen enormes y nosotros somos demasiado pequeños para solucionarlos? Una sensación similar a estar desnudos mientras todos nos miran. Aceptar que somos vulnerables es complicado, demasiadas veces construimos muros defensivos. Pero ya hemos comentado que vivimos en sistemas complejos donde no controlamos las condiciones de contorno, y esos muros no son difíciles de superar. Ahí tienen los propósitos de Año Nuevo, un ejemplo de intenciones que se ven superadas continuamente por la realidad.

Mertxe Pasamontes resume muy bien la charla de Brené Brown sobre vulnerabilidad:

La vulnerabilidad, la ternura, la capacidad de dar amor son esas cualidades que empiezan cuando dejamos de controlar y aceptamos que sólo desde ahí, desde ese lugar en el que todas las emociones son posibles, es desde donde se establece la verdadera conexión con los demás. El problema, es que muchos de nosotros, desde niños hemos aprendido que ser vulnerable es ser débil. Que si los demás detectan esa “debilidad” pueden lastimarte. Que sólo los fuertes sobreviven. Que hay que ser “lo más perfecto posible“. Que es más importante lo que haces o lo que tienes, que quién eres. Y así, paso a paso, vamos ocultando bajo una gruesa capa (consumo, comida, adicciones, tensión, estrés, medicamentos, enfermedades, etc..), nuestra parte más sensible, nuestro yo más preciado.

¿Aceptamos los entornos vulnerables en nuestras organizaciones?

A pesar de eso, nuestras organizaciones siguen teniendo poca tolerancia a la vulnerabilidad. Todos conocemos ejemplos de macho-alfa organizativo, personas agresivas y con baja tolerancia a la frustración. A menudo confunden certeza con seguridad, y de ahí a la arrogancia hay un paso. Como decía Borges, la duda es uno de los nombres de la inteligencia. En mi experiencia, un buen punto para detectar un alfa es la microgestión, esa angustia vital por no tener el control total de las cosas. A veces, hay que arriesgarse a sentir ciertos grados de incertidumbre y tolerar el vértigo de saber que es posible que cada detalle no esté a tu gusto, pero el resultado merezca la pena.

Personalmente, me alineo mucho más con la idea de “personas beta”, más emocionales y relacionales, en constante transformación y adaptación. Mucho más cercano a la revolución de los troyanos. Por supuesto, siempre habrá alfas dispuestos a que esto no ocurra. De hecho, estos alfas se enfrentan a un reto descomunal: seguir prevaleciendo y nadar contracorriente en un mundo que avanza hacia la interacción, la gestión de relaciones y que se rebela contra el dominio, la rigidez y el control. En mi opinión, lo tienen prácticamente imposible. Es una cuestión de tiempo.

Vivimos en tiempos líquidos, muchas construcciones en las que creíamos se han ido derrumbando sin remedio en los últimos tiempos. Y a falta de estructuras “sólidas” en las que apoyarse, nos toca convivir con la incertidumbre y la vulnerabilidad. En realidad, conceptos como la vulnerabilidad entroncan muy bien con otros como transparencia. Cuanto más transparente, menos temor a abandonar algunas fortalezas y abrazar nuevas incertidumbres.

Ser vulnerables, como decía Julen, nos hace más humanos. Somos personas.

BOLA EXTRA: Echen un vistazo a los diagramas conceptuales de Tantek Çelik sobre la charla de Brené Brown.

Créditos de la fotografía: Daniel Kulinsky en Flickr (bajo licencia Creative Commons)

1 comentario

  1. […] embargo, algo en MBWA no termina de encajarme. Probablemente, que es demasiado fácil derivar en microgestión. A veces, hay que arriesgarse a sentir ciertos grados de incertidumbre y tolerar el vértigo de […]

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