El lector cómodo

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Algoritmos de personalización y filtrado

Escribía Amalio Rey hace unos días una entrada muy completa sobre los algoritmos de personalización de sitios como Google o Facebook y hacía un reflexión muy personal, que comparto:

No sé a ti, pero me fastidia que los ordenadores y aplicaciones de Internet se pasen de inteligentes, y hagan cosas por mí que no les pido, subestimando mi capacidad de decidir como la persona adulta que soy. Eso es lo que hacen los algoritmos de personalización, un misterio inescrutable que condiciona la experiencia de usuario (mucho más de lo que puedas imaginarte) en la mayoría de las plataformas que utilizamos en Internet.

Ya explicó Carr hace tiempo que Internet estaba erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma. Antes, elegías cuidadosamente (o no tanto) tu canal RSS de lecturas. Como ese café matutino que activa tus sentidos, era un ritual sentarte a primera hora para revisar las actualizaciones de los blogs y páginas que seguías.

Pero somos usuarios cada vez más pasivos y acomodados. En nuestra comodidad, ya no controlamos hacia dónde queremos dirigir nuestra atención. Es mucho más fácil leer lo que nuestros contactos comparten en redes sociales que seleccionar cuidadosamente nuestras fuentes. Usamos los motores de recomendación, como en el caso de Flipboard: dime qué-cosas-te-gustan y yo decidiré qué-te-ofrezco. El camino es siempre el mismo: venderte una experiencia lo más personal posible, ajustada a tus gustos. Claro, a mayor repetición de patrones, más ajustado será el resultado del algoritmo y más reducido nuestro ángulo de visión. Y menos diversidad suele llevar acarreada un análisis mucho más pobre. Las interacciones sociales tienen consecuencias, para bien y para mal.

Y, estando en época pre-electoral, ese filtrado selectivo de información me hizo pensar en la política y sus cargas de profundidad. Cómo los medios informativos, esas ventanas abiertas al inmenso mundo que queda más allá de nuestra experiencia directa, determinan nuestros pensamientos. La propaganda sutil y el poder de control social de los medios son los algoritmos de personalización de nuestra opinión. Como en El Show de Truman, nos convertimos en meros observadores en un mundo ficticio y artificial, que nos impide percibir el verdadero mundo real.

Vean un ejemplo de libro sobre la manipulación de la prensa. Solo uno, hay cientos. Sabemos muy bien que existen ‘influyentes’ e ‘influenciados’, que esos procesos de opinión van desde los primeros a los segundos. Pero demasiadas veces hacemos muy poco por evitarlo. Como explica Sartori en “¿Qué es la democracia?”:

De la multiplicidad de partidos, y todavía más, de la conflictividad entre ellos, surgen innumerables y contradictorias voces que llegan en primera instancia al personal de los medios. Este personal no las transmite tal cual. Como mínimo, cada canal de comunicación establece qué es -o no es- noticia. Cada canal selecciona, simplifica, acaso distorsiona, sin duda interpreta, y a menudo es fuente autónoma de mensajes. Y también en este nivel existen reglas de juego, y por lo tanto se producen interacciones horizontales. (…)

La propaganda y el adoctrinamiento totalitario no han generado un ‘hombre nuevo’, pero han sido muy eficaces atrofiando al hombre libre y su libertad de opinar por su cuenta. Cuando el ciudadano queda expuesto, casi desde la cuna hasta la sepultura, a una propaganda obsesiva y adoctrinante que hace que todo cuadre porque todo es falso, y que hace que todo parezca cierto impidiendo la verificación de la verdad; cuando es así, estamos ante un público engañado y enjaulado en el engaño sin remedio, y por lo tanto estamos ante una opinión en el público que no es en absoluto del público.

De vez en cuando, me descubro pensando si estoy suficientemente informado, insuficientemente informado o ampliamente desinformado. De cada uno de nosotros depende que nuestra opinión sea “polifónica”, que haya interpretaciones variadas desde la riqueza de contenidos y puntos de vista. Piénsalo la próxima vez que utilices Facebook, veas la televisión o leas un diario: tú decides si te dejas informar o te informas.

Créditos de la fotografía: Peter Lee en Flickr, bajo licencia Creative Commons.

1 comentario

  1. Folks says:

    Enfrentarnos a opiniones discordantes es lo que nos hace crear nuestras propias opiniones y nos convierte en seres intelectualmente autónomos (esto me ha quedado un poco pedante, pero creo que se entiende).

    Otro aspecto de este mismo fenómeno que describes en medios digitales o no es esto: http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2015/09/the-coddling-of-the-american-mind/399356/ Los “trigger warning” cada vez que se habla de algo que te puede incomodar.

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