Diferenciando entre sencillez y simplicidad

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Las habilidades de comunicación son (y serán) una competencia clave de un buen profesional. Pero, habitualmente, utilizamos de forma incorrecta el lenguaje. No es un tema trivial: si queremos comunicar sin ambigüedades debemos utilizar el vocabulario de forma adecuada.

Pongamos ejemplos: ¿cuántas veces han tenido la sensación que, hablando de “innovación”, se referían a “mejora” o “evolución”? O hablando de “eficiencia” nos referimos a “eficacia” o “productividad”. O incluso hablando de “crecimiento” querían decir “competitividad”. 
Dos palabras que dan mucho juego en este tema son “sencillez” y “simplicidad”. El otro día, mi amigo @JaviSagan escribía en Twitter:

¿Significan lo mismo en castellano? Acudiendo al diccionario de la RAE, aparecen como sinónimos. Sin embargo, me parece que el matiz semántico es sutil, pero importante. Probablemente, la confusión venga de que cuando los anglosajones hablan de ‘simplicity’ lo traducimos (por comodidad) como ‘simplicidad’ en vez de darle sentido de ‘sencillez’.

Una línea muy fina separa lo sencillo de lo simple, así que el matiz diferencial no es fácil de explicar. La estética referida a lo simple es pobre, mientras que la estética de lo sencillo es rica. Quizá sólo sea un tema semántico, pero entiendo “simple” como algo con pocos elementos; sin embargo, “sencillo” se refiere a los elementos adecuados, sin adornos ni artificios. La diferencia está en el planteamiento: parece más adecuado cuestionarte “¿Qué grado de complejidad es realmente necesario?” que “¿Hasta qué nivel debemos simplificarlo?”. Si te preguntas lo segundo, probablemente has avanzado demasiados pasos hacia delante. No dediquemos tiempo a deshacer nudos que no deberíamos hacer creado.

Lo traumático en una empresa es, como reflejaba el tuit, que tenemos una tendencia natural a caminar hacia la complejidad y esto nos cuesta dinero y mucho esfuerzo, en términos de simplificar nuestro trabajo. Es decir, nuestra habilidad para convertir lo simple sencillo en complicado, supone después volver a simplificarlo. Se lleva lo simple (5S, Lean Manufacturing, kanban, SCRUM, Seis Sigma), pero ¿por qué no caminar hacia lo sencillo? Lo simple requiere coraje, lo sencillo requiere inteligencia.

Edward de Bono, el padre del pensamiento lateral, dice: “Simplicity before you understand the subject is dangerous. Simplicity after you understand the subject is immensely powerful.”. Es decir, saber simplificar requiere una gran sofisticación. Muy acertado, aunque añadiría: si lo haces sencillo desde el principio, no perderás tiempo en hacerlo simple después.

(La foto de esta entrada es de nerovivo en Flickr)

4 comentarios

  1. Acertadísimo tu post y efectivamente la labor de síntesis que implica ese esfuerzo de sencillez requiere de mucho más trabajo y creatividad que caer en la complejidad y complicación tan típica.
    No se me ocurre mejor ejemplo que la labor de Steve Jobs en Apple, con ese minimalismo elegante que hizo de su iPod y sus iMac algo diferente y de ahí hasta el imperio actual.

    • Alfonso Romay says:

      Es un buen ejemplo, Daniel.
      Para Steve Jobs la sencillez era su religión y también su mejor arma.
      En Apple, además de un principio de diseño, estoy convencido que se considera un valor en todos los niveles. Han demostrado que las organizaciones que aprovechan el poder de lo sencillo destacan frente a su competencia, y las personas que dominen y apliquen estos principios pueden convertirse en referente.

  2. […] Como decía Thoreau, “se conoce al hombre rico por el número de cosas de que puede prescindir”. Y me acuerdo de aquel reportaje fotográfico de familias chinas que mostraban todas sus pertenencias en una foto. Que se puede vivir con apenas 100 cosas durante un año. Que se puede hacer frente al bombardeo publicitario. Que desprendiéndonos de una sola cosa todos los días de este año, nos liberamos de 365 objetos que no necesitamos. Objetos que nos poseen frente a una vida sencilla. […]

  3. […] la diferencia entre sencillo y simple, el autor del blog recomienda el artículo de Alfonso Romay Diferenciando entre sencillez y simplicidad. Gracias a él y a Ángel Madero por la conversación al […]

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