La incertidumbre y la gestión relativa

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Incertidumbre

Una de las preguntas que más incertidumbre me generan cuando utilizo gestión relativa con algún cliente son las expectativas que puedo generar.  Lo mismo ocurrió con el taller de gestión relativa que he impartido en Zaragoza Activa: así que empezamos el pasado martes, con cuatro sesiones por delante, sin tener una idea clara de las expectativas de los asistentes. Pura incertidumbre.

Así que el primer ejercicio que suelo hacer es preguntar qué les motiva a venir a un taller como éste. Varios asistentes vinieron con la intención de aprender, de conocer mejor una metodología que les permitiera afrontar mejor situaciones de incertidumbre. Pero este taller está concebido más como una oportunidad de desaprender, que de aprender. Nos han enseñado a abordar los proyectos según una serie de herramientas: formular hipótesis, buscar metodologías contrastadas que hayan funcionado, diseñar un plan y ejecutarlo a rajatabla para conseguir unos resultados fijados a priori. Pero esas herramientas son insuficientes si te enfrentas a escenarios de incertidumbre.

Por supuesto, la gestión relativa no es la panacea para todos los casos. Pero ofrece una serie de pautas para enfrentarse a estas situaciones donde no tenemos el control del escenario, donde la meta es difusa, donde puede haber múltiples opciones válidas, o donde ni siquiera somos capaces de anticipar con claridad un objetivo desde el inicio. Pensemos, por ejemplo, en los casos una persona que pretende emprender o una empresa que apuesta por la innovación para mejorar sus posibilidades. Esos escenarios de incertidumbre nos colocan en una tesitura diferente.

Una lección aprendida de la gestión relativa es que nos cuesta admitir que no tenemos el control sobre algo. Por eso nos lanzamos a estimar y tratar de predecir qué ocurrirá, aunque dispongamos de poca información y ni siquiera sepamos si esa información es relevante. Por eso invertimos (¿o malgastamos?) tiempo en planificar, sin valorar si la situación lo merece o no. Por eso nos agarramos a nuestros indicadores numéricos y convertimos su consecución en un resultado en sí mismo, perdiendo el foco sobre el verdadero objetivo que puede ser mucho más difuso.

Fue muy clarificador el ejercicio que planteamos: “¿Cómo mejorar la educación en España?“. Un escenario muy complejo y difuso, donde no es posible establecer metas concretas a priori, y donde hay varios caminos hacia donde trabajar, todos ellos válidos. Además, un escenario donde nuestros sesgos y creencias políticas pueden condicionar muchísimo las decisiones que tomemos, y hay múltiples actores (AMPAs, profesorado, sindicatos, alumnos, editoriales, administraciones públicas) que pueden condicionar el escenario.

Como era de esperar en un escenario tan incierto y complejo, cada persona planteó metas diferentes y líneas de acción distintas, cada uno con sus sesgos, sus creencias y su forma de enfocar el problema. Así que tuvimos que consensuar prioridades entre todos, y apostar por unos vectores de actuación, descartando otros. Pero, una vez definidas las prioridades, hubo que asignarles recursos. Algunos billetes (ficticios) nos sirvieron para decidirnos por vectores como “incrementar la competitividad del país”, “mejorar la formación del profesorado” o “ajustar la oferta de titulaciones a las demandas del mercado”, valorando el impacto de cada acción y el efecto que pensábamos que tendría sobre el escenario final. Por supuesto, en ese escenario final no encontramos resultados numéricos, más bien hablamos de las consecuencias que habíamos provocado.

Mi meta con este taller no era otra que provocar la reflexión en los asistentes. Que cuando tengan que enfrentarse a un escenario difuso sepan identificarlo y dispongan de alguna herramienta más que les permita valorar cuál es la mejor manera de abordarlo. Si tiene sentido establecer un plan, si debes aplicar una metodología y plantear resultados o, por contra, el escenario te invita a plantear directrices, a fijarte en tendencias más que en indicadores, a valorar consecuencias por encima de resultados específicos. Espero haberlo conseguido.

Créditos de la fotografía: jev55 en Flickr (bajo licencia Creative Commons)

4 comentarios

  1. […] con el análisis general que hice sobre el taller de gestión relativa que he impartido en Zaragoza Activa, me parece un […]

  2. […] tema de la planificación es quizá de los aspectos más controvertidos de la gestión relativa, porque nos negamos a admitir que no tenemos el control sobre una situación concreta. Como […]

  3. […] tema de la planificación es quizá de los aspectos más controvertidos de la gestión relativa, porque nos negamos a admitir que no tenemos el control sobre una situación […]

  4. […] Sin embargo, algo en ese enfoque no me convencía para el estudio. Me parece que el enfoque de Zappos alimenta el “pensamiento de grupo”, y nuestro objetivo es un equipo con personalidad individual y colectiva. Somos conscientes de nuestro tamaño y que cada incorporación modificará la cultura… y está bien que esto ocurra. A pequeña escala, existirá una transformación cultural. El escenario cambia y afecta a los actores, es pura gestión de la incertidumbre. […]

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