Innovar para educar mejor

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Innovar para educar mejor

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a la conferencia “Innovar para educar mejor”, organizada por Ibercaja Obra Social y que impartía en abierto César Bona. Al acto acudieron más de 600 personas, entre las que se encontraban docentes pero también padres y madres. Llenazo, lo que era buen presagio.

Para los que todavía no le conozcan, César Bona es un docente aragonés que ha sido (re)conocido por su candidatura al Global Teacher Prize, el denominado premio Nobel de los profesores, donde se valora el trabajo de docentes que desarrollan la creatividad, abren las mentes de sus alumnos y favorecen el estímulo para que otros se conviertan en maestros.

César explicó algunas pautas y principios de su trabajo como docente, que resumo en algunas frases que tuiteé en directo:

  • Maestro es alguien que inspira para la vida.
  • El gran reto de la educación es mejorar nuestras vidas: individual y colectivamente.
  • La lectura siempre debe ser un placer, nunca una obligación. Hay que buscarle espacios.
  • Los niños no son adultos del futuro, sino habitantes del presente.
  • No es incompatible enseñar a competir con cooperar con tus compañeros o respetar al adversario.

La enseñanza que propone César está basada fundamentalmente en la enseñanza por proyectos, aprender de forma transversal y no con asignaturas verticales aparentemente inconexas. Se trata que cada alumno tenga un papel activo, que se sientan importantes. Se trata de creer en el potencial creativo de los niños, aprovechar su capacidad para aportar algo diferente a lo esperado a la vez que fomenta el esfuerzo, la empatía y el respeto. Un troyano dentro del sistema educativo, aquí un artículo muy completo sobre sus métodos de trabajo.

Me gustó el ejercicio que hizo César en la conferencia, porque demuestra el valor de compartir tu proceso de trabajo: cómo gestiona sus clases, cómo establece objetivos y prioridades, cómo proporciona un entorno para que esos alumnos puedan trabajar a gusto y realizarse, cómo les enseña a abordar los retos que se presentan y decidir, cómo consigue que su relación con el proyecto y otros alumnos se convierta en algo personal y único, etc.

Educar mejor es mucho más que enseñar conocimientos. Con el actual modelo de enseñanza tradicional, la realidad es que los alumnos se aburren. Es más, las tareas absurdas que deben completar para “cumplir” solo consiguen que desconecten.

Salvando las distancias, el enfoque que propone César Bona tiene ciertas similitudes con el exitoso sistema educativo finlandés o, por cercanía, con el modelo adoptado recientemente por los colegios de jesuitas en Cataluña, eliminando asignaturas, exámenes y horarios para transformar las aulas en espacios de trabajo donde los niños adquieren los conocimientos haciendo proyectos conjuntos.

Salí de la conferencia rumiando que el enfoque que plantea César Bona para la educación encaja bien con nuestro entorno laboral. Nos enseñan a hacer, no a pensar críticamente. Nos sentimos incómodos en la incertidumbre y por eso preferimos otros caminos. Pretendemos mejorar el rendimiento imponiendo exámenes, rankings y notas. Pero, frente a toda esa rigidez, la diferencia la marcan quienes comprenden que necesitamos tratar a los empleados como adultos, permitir ciertos espacios para desarrollar su autonomía, su libertad y su responsabilidad. Como se encargó de recordar el propio César: los niños no son adultos del futuro, sino habitantes del presente. Lo mismo es extrapolable a los empleados.

Y, a pesar de estas iniciativas troyanas ilusionantes que pretenden “educar mejor”, me quedó un cierto sabor agridulce. Algo ha cambiado y sigue cambiando, pero tengo la sensación que son gotas en el inmenso océano. También sería ingenuo tratar de cambiar el sistema de arriba abajo ignorando sus características sistémicas. No es tan sencillo como replicar el modelo finlandés. Sencillamente, porque habrá algunos aspectos que encajen y otros muchos que sean menos aplicables por nuestra cultura, organización social o entorno laboral.

Pero es evidente que la educación debería ser una estrategia de país, y eso implica cambios profundos en el currículum educativo. Más todavía en la educación secundaria y superior, donde pienso que que es necesario flexibilizar las titulaciones y adecuarlas mejor a las necesidades de la sociedad y del mercado de trabajo. Tanto la inserción laboral de esos alumnos de futuro como la supervivencia de muchas instituciones educativas públicas dependen de ello. Pero intuyo que estamos muy alejados de ese escenario y habrá mucha resistencia al cambio.

Créditos de la fotografía: Wonderlane en Flickr (bajo licencia Creative Commons)

3 comentarios

  1. Me parecen unas reflexiones muy interesantes y necesarias Alfonso.Soy un firme convencido de nuevos modelos de enseñanza para cimentar nuevos modelos de trabajo en el ¿futuro?. También es cierto que hablo desde el prisma profesional y de padre, pero no desde el experto en educación (lo cual no soy). Simplemente me dejo llevar por el sentido común: nuevas necesidades implican nuevas soluciones. Seguiré de cerca a César, pues me parece un figura interesante y de la aprender nuevas ideas.

    Por cierto, eso de que la educación debería ser una estrategia de país lo comparto al 100% contigo… pero no te hagas ilusiones, al menos a corto plazo.

    Un abrazo

    • David,

      Si los políticos tuvieran como prioridad el país no debería ser difícil. Pero, desgraciadamente, los políticos tienen otros incentivos.
      La realidad es que donde existe esa estrategia de país, donde la educación juega un papel fundamental, los resultados son completamente diferentes. En vez de apostar por costes laborales bajos o por servicios baratos, son inversiones a medio y largo plazo, más sostenibles y equitativos, con cambios a una o dos generaciones vista.

      No obstante, ya es un avance colocar estos temas en primer línea del debate político.

  2. amalio rey says:

    Buen post, Alfonso. Por supuesto que la educacion deberia ser una estrategia de pais. Tenemos tanto que mejorar. Y es bueno insistir que el copy-paste no es el camino. Un abrazo

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