Declaración de principios

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Declaración de principios

Muchas veces, me sorprendo echando la vista atrás y no me disgusta lo que veo. Estas últimas semanas he vuelto a replantearme mis orígenes. Quizá estimulado por algunas conversaciones con amigos y también por algunos proyectos de cambio donde estoy inmerso, y de los que hablaré pronto.

En su momento, me pareció un buen ejercicio redactar una declaración de principios. Una “constitución” de cómo quería que fuera mi trabajo como consultor y facilitador. Voy a cumplir tres años como profesional independiente. No es un tema menor revisar cada cierto tiempo quién eres y quién quieres ser, hacia dónde caminas y con quién quieres hacerlo.

Bebí de fuentes como la declaración de consultoría artesana, pero también del modo de hacer de profesionales que respeto. Ver, analizar y aprender, para aplicar cuando proceda. Así que estuve releyendo lo que escribí sobre cómo entendía nuestro modo de trabajar:

  • Nos centramos en crear relaciones estrechas, no en condiciones de un contrato.
  • Sabemos que transitar el camino con el cliente supone aceptar que ambos aprendemos.
  • Creemos en el sentido común, por delante de las modas de gestión.
  • Analizamos tus problemas y necesidades y buscamos soluciones personalizadas, no aplicamos metodologías estándar ni soluciones troqueladas.
  • Priorizamos la aportación de valor por encima de las tarifas horarias.
  • Buscamos constantemente conseguir resultados que tengan impacto, antes que entregar un documento.
  • Y, finalmente, creemos en las redes por encima de las jerarquías. Por eso, también nos hemos rodeado de un buen grupo de soñadores que cada día apuestan por afrontar nuevos retos y descubrir nuevos territorios (mirando siempre hacia el Norte).

En su momento, representaba lo que quería ser, hoy representa lo que soy. Leo y releo estos siete puntos y sigo pensando que no sobra nada. Quizá seguir reforzando ese último punto y continuar tejiendo red. Algunos que estaban, ya no están; otras personas aparecen y se generan oportunidades.

La naturaleza del consultor artesano nos impulsa a buscar situaciones límite en las que aprender continuamente y en las que des-aprender parte de lo que ya sabemos. Me alegra no haber desviado de esta idea inicial. Tener las ideas claras para avanzar en esa vocación de agente de cambio. Trabajar en estimular y promover nuevos modelos de organización basados en la confianza y la transparencia, en la orientación a resultados y en la participación a través de equipos sólidos y cohesionados.

Como suelo decir, el camino se hace andando y hemos encontrado un sendero con buenas vistas al norte. Crecimos de aprendiz a artesano y toca seguir aprendiendo para llegar algún día a maestro. Seguimos.

Créditos de la fotografía: Rick McCharles en Flickr (bajo licencia Creative Commons)

4 comentarios

  1. cruzguijarro says:

    Muy buenos estos 7 puntos. Sin duda siguiéndolos no te equivocas de camino. Animo. Sigamos caminando, maestro.

    • El camino es siempre más fructífero e interesante si lo hacemos acompañados.
      Y ahí estáis la red de OptimaLab, entre los profesionales que admiro y de los que sigo aprendiendo cada día.
      Gracias por comentar, Cruz.

  2. jmbolivar says:

    Enhorabuena, Alfonso. Casi tres años transitando por la coherencia es un hito del que mucha gente no puede presumir. Espero que sigas así mucho tiempo para seguir aprendiendo de ti. Un abrazo!

  3. […] Daniel Torres Burriel. En primer lugar, porque tiene las ideas claras y deja hacer. Segundo, porque en el proceso estamos aprendiendo juntos, algo básico para mantener una relación sana. Tampoco resulta habitual que te dejen hablar de las interioridades de una organización, de sus […]

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