Consumo irresponsable

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Si te guías habitualmente por pautas de consumo ético, la cosa se está poniendo complicada para comprar algo. Es para echarse a llorar. Como dice mi amiga Eva, al final nos vamos a tener que ir a vivir al monte y autoabastecernos.

Leo el post de Julen sobre Amazon y sus miserias y recuerdo mis disquisiciones filosóficas sobre iPhone: sí o no, a la hora de comprar un teléfono. Y fue no, pero acabé en Google, que no es más ética pero al menos no se le conocen escándalos del tamaño de los de Apple. O los han escondido mejor, vete a saber. O ves las condiciones de trabajo que denuncian los mismos trabajadores de Amazon y te dan ganas de piratear sus textos. Poner el escáner a funcionar para que otro aproveche el precio que pagaste. Barato para nosotros, demasiado caro para otros. O lees noticias explicando que Mango y otras empresas textiles no quieren pagar indemnización a las víctimas del derrumbe de Bangladesh. Y gracias a que diarios como el New York Times lo hacen portada, porque en España ni nos hemos enterado del asunto.

Como decía Thoreau, “se conoce al hombre rico por el número de cosas de que puede prescindir”. Y me acuerdo de aquel reportaje fotográfico de familias chinas que mostraban todas sus pertenencias en una foto. Que se puede vivir con apenas 100 cosas durante un año. Que se puede hacer frente al bombardeo publicitario. Que desprendiéndonos de una sola cosa todos los días de este año, nos liberamos de 365 objetos que no necesitamos. Objetos que nos poseen frente a una vida sencilla.

Por eso, cuando piensas con algo de calma, te das cuenta que las grandes corporaciones irresponsables nos necesitan más que nosotros a ellas.

Créditos: Luc De Leeuw

Tendencias y optimismo racional en 2014

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Además de hacer retrospectivas, los finales de año son momentos propicios para mirar hacia delante. Así que, aunque suelo ser descreído con las predicciones,  leo con detenimiento los análisis de tendencias, más con la mirada puesta en un marco de referencia  que como verdad absoluta. Tendencias tecnológicas que, de algún modo, transformarán nuestra vida y cómo nos relacionamos. Tendencias culturales y sociales, como las que hacen los indianos. Sobre la consolidación de la economía directa, el modo de producción P2P y compañías comunitarias, apoyadas en una mayor soberanía y autonomía personales. O tendencias más generalistas y transversales, como las predicciones de Nesta sobre tendencias urbanas, política, energía, empleo o voluntariado.

Es curioso este ámbito de las predicciones: tenemos más información que nunca, y seguimos fallando como casi siempre. La incertidumbre es la única predicción segura y los expertos son incapaces de predecir con certeza lo que ocurrirá (más erráticos cuanto más especialistas, como explica Philip Tetlock). Quizá por eso se apuesta por predicciones negativas, que suelen tener mayor margen de acierto. Y quizá por eso también, lo negativo tiene mayor repercusión mediática (lean a Roubini, Krugman o Niño Becerra) y no encajamos bien las predicciones positivas. En estos tiempos donde parece que todo camina hacia atrás, también hay motivos para ser racionalmente optimista:

El mundo ha mejorado en los últimos siglos. Lo ha hecho asombrosamente en lo material y en casi cualquier otro ámbito de la vida de las personas: la educación se convirtió en universal, aumentó el respeto por las minorías, se extendieron los círculos de inclusión social, la violencia se volvió más infrecuente y disfrutamos una revolución de la salud. (…)
Sé que mucha gente niega el progreso con buenas intenciones. Algunos lo hacen porque miran el mundo y sus injusticias, e incapaces de imaginarlo peor, idealizan un pasado difuso y poco claro. Otros lo hacen como estrategia, porque temen que si aceptamos el progreso caeremos en la inacción y el conformismo. Es una inquietud razonable, pero también algo falaz, porque no hay nada incongruente en opinar que el mundo ha progresado y que a la vez queda todo por hacer.

Estamos empeñados en cambiar el mundo. Demasiados aspirantes, mejor que lo intenten de uno en uno. Y como la realidad se empeña en poner más dramatismo que cualquier película, será cuestión de empezar por construir algo que funcione en nuestro entorno cercano. En cualquier ámbito, dejar de ser ovejas mansas y convertirnos en protagonistas. En definitiva, vivir en sociedad también implica intentar hacer la vida más agradable a quienes tenemos alrededor.

BOLA EXTRA: Si quieren una visión del futuro, merece la pena conocer las teorías del físico teórico Michio Kaku.

2013, transición entre pasado y futuro

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Hace mucho tiempo que no hago balance escrito del año, y creo que es buen momento. Como le ocurre a Amalio, mi impresión es que 2013 ha sido de transición entre pasado y futuro, una travesía hacia el Norte coincidiendo con un hecho excepcional: después de quince años, decidí abrir una nueva etapa profesional. Algo deseado durante bastante tiempo, pero que se concretó este año. No sin cierto vértigo, más por desconocimiento que por miedo.

En la esfera profesional, estoy razonablemente satisfecho. He trabajado mucho estos últimos seis meses, pero de forma muy diferente. Al principio, algo que pretendía con el cambio era evitar la dispersión y enfocarme en menos proyectos, quizá más grandes, pero con tiempo para construir algo sostenible, y hacer las cosas bien. Y, como explicaba Jason Fried, he tenido la suerte de encontrar dos proyectos: uno importante y otro interesante. Y digo encontrar, porque explorar te lleva casi siempre a territorios desconocidos.

El proyecto importante requiere de toda mi atención, es mi foco permanente. Un reto de desarrollo técnico, que está suponiendo un gran aprendizaje con una empresa industrial como Pihasa, teniendo la suerte de trabajar con un gerente atípico como Daniel Cuñado. La confianza que me ha demostrado desde el primer momento, sin conocerme en persona todavía, aún me tiene ojiplático. Y su planteamiento de proyecto, también: desarrollar un software con cariño, dejando tiempo para pensar y construir algo útil, que perdure y merezca la pena. Esto ha empezado a dar sus frutos, y durante 2014 se hará adulto.
Pero tener este proyecto importante no impide desarrollar otro interesante, más experimental, ése que te ilusiona a futuro. Y ese proyecto es scalabBle_, con una filosofía y un modelo propios, a caballo entre la consultoría y la mentoría (o mentoring, en inglés) a empresas en crecimiento. Pronto os contaremos novedades.

Otro objetivo colateral que me marqué con el cambio fue rodearme de personas con quien me apetecía compartir intensamente mi vida profesional. Personas inconformistas, que cada día apuestan por afrontar nuevos retos y descubrir otros territorios. Y ahí vamos con Daniel, Javi, Teresa o Nacho, aprendiendo juntos de nuestros aciertos y errores. Para mí, tiene un cierto punto de reencuentro, como volver al colegio después de verano.

En la esfera personal, estoy contento porque el cambio ha tenido consecuencias positivas: mayor dominio de mi tiempo y con mejor calidad para los míos. He podido hacer más deporte, disfrutar de la montaña, perder diez kilos de peso o empezar con clases de improvisación teatral. Necesito estos periodos de descanso y distensión, para aprovechar mis períodos de productividad. Y algo que, siendo pequeño, me satisface enormemente: seguir aumentando mi cuota de aportación en las tareas compartidas de casa. Algo que todavía tiene margen de mejora pero que, año a año, voy mejorando continuamente.

¿Qué objetivos me planteo para 2014?

En mi línea de no marcar objetivos numéricos, mis objetivos profesionales para 2014 son puramente cualitativos. En primer lugar, poner toda la carne en el asador para entregar ese proyecto importante a Pihasa y consolidar nuestra relación cliente-proveedor. En segundo lugar, estratégicamente, desarrollar OneNorth dentro del paraguas de scalabBle_. Dicho de otro modo, convertir scalabBle_ en un proyecto importante. Tercero, encontrar otro proyecto interesante que me permita seguir experimentando. Parafraseando a Julen, “hay muchas, muchísimas cosas que no son “trabajar” y que merece la pena no dejar solo en la estantería de “sueños”. Mejor si de sueños pasan a realidad.”.

Por otro lado, me gustaría compartir más reflexiones en este blog (y en el blog de OneNorth) e ir soltando algo de lastre en redes sociales. Tengo la sensación que, con el ruido de las redes sociales, dejo escapar demasiadas ideas y reflexiones que merece la pena poner negro sobre blanco. Y todo lo que no suma, resta.

Vamos a por el segundo paso de esa travesía hacia Terra Incognita. El cristal del 2014 se ve traslúcido, no distingo bien al otro lado. Me apetece ir descubriéndolo, dándole forma sin presión. El rumbo está marcado.

Las curvas de Marissa y la evaluación del desempeño

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Aunque ha pasado bastante desapercibido, esta semana me sorprendió la última propuesta de Marissa Mayer para la gestión de Yahoo: aplicar las curvas de distribución normal (campana de Gauss) para valorar el desempeño de sus colaboradores.

Para quienes no conozcan esta práctica, se trata de “forzar” la evaluación: este método permite calificar al personal en las siguientes proporciones. El 10% con calificación muy baja, 20% con calificación baja, 40% con calificación promedio, 20% con calificación alta y 10% con calificación muy alta, donde los extremos corresponden a una y dos desviaciones estándares positivas y negativas respectivamente. También existen distribuciones 20/70/10. Por supuesto, estadísticamente hace falta un número de variables lo suficientemente grande como para que ajuste “de manera natural” a una distribución normal.

Aún a riesgo de pecar de soberbia, y desconociendo las problemáticas de gestión de Yahoo, intentaré explicar por qué creo que Marissa Mayer se equivoca en la implantación de esta práctica.

Un problema de enfoque en una cultura inadecuada

Hay estudios que demuestran que aplicar esta herramienta incrementa la productividad el primer año. Pero se vuelve ineficaz a partir del segundo año, puesto que al mejorar el desempeño global (a través de una mayor orientación a resultados y despidiendo a los colaboradores con peor rendimiento) resulta muy costoso encontrar empleados que queden por debajo de la media y, al mismo tiempo, obtengan un bajo desempeño en valores absolutos.

El modelo de distribución normal es propio de organizaciones industriales, pero no tiene cabida en empresas donde la complejidad es constante y el conocimiento el principal activo. Hoy, hablar de rendimiento no es equivalente a hablar en términos cuantitativos de productividad industrial, sino de calidad de resultados. La generación de valor en el trabajo del conocimiento procede más de reflexionar y construir que de hacer.

Por otro lado, estas prácticas pueden tener un gran impacto negativo sobre los empleados. Se demostró en General Electric (que lo creó y ha ido flexibilizando su modelo), en Microsoft (que recientemente ha eliminado estas prácticas) y, probablemente, se verá en Yahoo. Si bien un poco de presión puede motivar, el enfrentamiento entre los empleados, unido a la subjetividad percibida en la evaluación, puede ser terrible para la moral de la organización. Desmotiva enormemente y mina el compromiso de empleados con buenos resultados, que se ven desplazados en la curva por garantizar el ajuste a la distribución de la campana normalizada.

Y no solo en términos de desmotivación del personal, sino también impacta en la capacidad de innovación de los equipos (que es, precisamente, lo que más ha buscado Yahoo últimamente). El proceso de innovación en equipo comienza precisamente con la creación de un clima favorable a explorar ideas poco convencionales y que todos sientan importante su contribución. Pero ante la posibilidad de caer en la parte baja de la campana, ¿asumirán los empleados nuevos riesgos? Probablemente, tomarán decisiones mucho más controladas, haciendo bien lo que sabe hacer y eliminando incertidumbre, lo que redundará en una menor capacidad innovadora. Es humano centrarse “únicamente” en entregar los proyectos en tiempo, alcance y presupuesto, sin buscar resultados más allá.

Por eso, copiar la organización y los procesos de otras organizaciones tiene muy poco impacto real si la cultura organizativa no sabe cómo digerirlo. Como decía Peter Drucker, “la cultura se desayuna a la estrategia”.

¿Por qué Marissa Mayer aplica las curvas ahora?

La pregunta del millón es POR QUÉ. Y por qué ahora.

La estrategia principal de Marissa Mayer ha sido hacer de Yahoo una empresa que fabrica productos que a la gente le entusiasme usar todos los días. Por un lado, puede ser una forma de identificar a sus top-performers, aunque seguro que se pueden encontrar mejores formas de averiguarlo y aprovecharlo. Pero, en mi opinión, lo que pretende es estimular el desempeño de la organización, rompiendo una cierta cultura de “complacencia” ya instaurada en Yahoo y cambiarla de forma rápida hacia una cultura de obtención de resultados. Pero es difícil pasar de una empresa moribunda a un líder del mercado.

¿Cómo conseguir entonces una cultura de rendimiento?

El peor efecto secundario de este modelo de valoración por curvas es que destroza la “cultura de equipo”. He visto varias veces buenas estrategias que fallan cuando cada miembro del equipo no contribuye con sus capacidades y su dedicación a realizar con calidad la parte de trabajo que le corresponde, ayudando también a otros (en la medida de sus posibilidades) a alcanzar los objetivos planteados.

En mi opinión, la clave está en aparcar la evaluación individuos y centrarse en evaluar cualitativamente el rendimiento de los equipos. Esto tiene mayor sentido, si consideramos que el resultado de tu trabajo individual nunca puede abstraerse de los resultados conseguidos por las personas que colaboran directa, e incluso indirectamente, contigo. La evaluación del desempeño individual, por si misma, se ha demostrado una práctica completamente inútil. No tiene sentido que los empleados compitan entre sí por quedar rezagados, porque sólo redunda en culturas caníbales donde todo vale. Pienso que es mejor valorar el rendimiento y los resultados como equipo. De este modo, los miembros del equipo colaboran activa y eficazmente para conseguir resultados, y existe una cultura competitiva entre equipos.

Sinceramente, espero que Marissa no tenga éxito con la implantación de esta práctica, porque supondría un efecto llamada para otras organizaciones. Y es, claramente, una involución en la forma de gestionar personas del conocimiento.

(La foto de esta entrada es de aperezdc en Flickr)

Equipos distribuidos (y piratas)

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(Este post fue publicado originalmente en el blog de OneNorth)

El pasado miércoles tuvimos la oportunidad de dar una charla a los equipos piratas de Startup Pirates Zaragoza sobre “Equipos distribuidos” y el futuro del trabajo en organizaciones descentralizadas en red. Fue una gozada poder compartir cartel con gente que admiras como la “ágil” Teresa, el “Dúo Sacapuntas” de Paquete y Félix o las intrépidas (intra-emprendedoras) Estefanía y Marta, entre otros.

La idea de equipos distribuidos no es nueva: equipos remotos, es decir, personas que colaboran en los mismos proyectos desde diferentes ubicaciones, usando la tecnología. En román paladino, dirigir sin ver. El tema me pareció que podía resultar interesante para proyectos emprendedores que están empezando porque es probable que, en un futuro cercano, buena parte de estas startups tengan que lidiar (total o parcialmente) con una gestión de equipos en red. Aunque sólo sea porque, cada vez más personas prefieren elegir el lugar desde dónde trabajar.

Así que, al principio, tuve la intención de centrarlo en las problemáticas los desafíos de la gestión de equipos distribuidos (problemas de comunicación, coordinación, cultura, costumbres, etc.) pero después pensé que era “demasiado obvio”. Después de leer “Remote: Office Not Required” de Jason Fried (CEO 37Signals) no puedes contar nada mucho más interesante. Y no se trataba de soltar un rollo que puedes leer en un libro en tres tardes. Así que lo planteé de otra forma: en un entorno de equipos distribuidos, ¿cuál será tu función como CEO de los próximos 5 años? Peliguado, ¿eh?

 

Dos ideas fuerza: establece una meta y utiliza el poder de las limitaciones

Para responder a una pregunta tan ambigua, fundamenté la charla sobre dos ideas. La primera es más obvia (y está muy extendida), pero la segunda no suele ser evidente:

  • Debes construir una visión común de la organización (una meta) sobre unos valores compartidos. Transmitir con pasión esa visión y hacer partícipe a toda la organización de estos valores es clave para construir un modelo que funcione en un entorno descentralizado. 
  • Establece limitaciones (o el poder del NO): más que centrarte en explicarle a la gente qué hacer, asegúrate que tienen claro qué NO deben hacer. Marca esas (pocas) líneas rojas que no deben sobrepasarse y deja que la gente actúe con total autonomía de decisión y gestión. Creer en las personas (de verdad, no en sesudos informes de Recursos Humanos) implica dotarlas de un entorno de confianza y co-rresponsabilidad y, por tanto, no hay límites dentro de las limitaciones.

Visión compartida y limitaciones claras, con total autonomía, me gusta el modelo que plantea. Respecto a la función del CEO, en ese entorno distribuido se trata, básicamente, de quitarse de enmedio en la gestión. Es decir, centrar la atención de los equipos en esa meta común y ser un facilitador, evitando sobrepasar las limitaciones impuestas y guiados por los valores compartidos. Todas las demás tareas son suplementarias y tienen mucho menos impacto. Quizá piensen que esa función del CEO y esas ideas-fuerza podrían aplicarse igual si el equipo no es distribuido, en un entorno “normal”: es cierto, la única diferencia es que un entorno en red potencia la necesidad de disponer de una visión y limitaciones bien definidas.

 

Cuál es la organización de equipos distribuidos más exitosa de la historia y algunas conclusiones

Lo que más asombrado dejó a los participantes fue el ejemplo que utilicé para explicar ambas ideas. ¿Cuál es la organización distribuida más exitosa de la historia? A alguno se le escapó (sin demasiada convicción) que el desarrollo de software libre. Al final, apareció la respuesta que buscaba: la Iglesia Católica, una organización distribuida con un bagaje de 2000 años de historia. Con ella, es fácil explicar las dos ideas: toda la doctrina católica se apoya en una meta: difundir la palabra de Dios y sus valores hasta los confines del mundo. Y, por otro lado, sus principios de acción son una serie de mandamientos de fácil comprensión, que establecen las limitaciones en su doctrina. Fácil de entender, ¿verdad?

El feedback después del evento fue bastante positivo: el tema de entornos distribuidos interesa, y mucho. Probablemente, porque sigue suponiendo un reto importante a nuestra deriva hacia el “command and control”. Evidentemente, los entornos distribuidos tienen una gran ventaja: sólo podemos centrarnos en los resultados. ¿Se imaginan las derivadas? Son tan potentes como eliminar aquellas tareas de gestión que no aporta valor. ¿Por qué dedicar tiempo a controlar las vacaciones del personal? ¿Qué sentido tiene revisar cada dato de un informe que le encargaste a una persona que supones capaz? Por supuesto, las implicaciones a nivel organizativo son enormes: desde la contratación de personas con un perfil de responsabilidad/implicación a eliminar cualquier gasto superfluo como unas oficinas en un edificio moderno, cuando podemos invertirlo en oros aspectos, como la tecnología que facilite nuestro trabajo diario.

Lástima que tuvimos que ceñirnos estrictamente a los diez minutos estipulados, porque me hubiera explicar un poco más algunos puntos. Pero seguro que tendremos otras ocasiones, donde entraremos en materia con mayor profundidad.